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10/25/2009

Que gracioso mi perrito cuando arrastra su culito


Un conjunto de problemas bastante frecuentes y en ocasiones ignorados son los relacionados con las glándulas circumanales del perro y, enmucha menor medida, del gato. ¿Cuantas veces hemos visto a un perro arrastrando "el culo"?. A mucha gente le hace gracia esta situación, otros lo ven como si el perro se estuviese limpiando, e incluso hay gente que considera que el perro tiene "lombrices" (recordemos que Enterobius vermicularis, es decir la lombricilla blanca que suelen tener los niños cuando son pequeños causa un gran prurito anal especialmente por la noche por la salida de las hembras a la zona perianal, puesta de huevos en ella y muerte con liberación de enzimas).

Pero esta graciosa actitud puede esconder un problema que puede dar lugar a una situación complicada denominada enfermedad de las glándulas circumanales y desembocar en una cirugía.

Las glándulas anales son sacos que se localizan a ambos lados del ano y se cree que están relacionadas con las marcas de territorio junto con la orina. Estas glándulas suelen vaciarse de forma natural con el movimiento intestinal pero a veces puede que estén irritadas debido a una impactación o la presencia de abscesos. Los perros son mas propensos a sufrir este problema que los gatos, que normalmente arrastran el trasero por el suelo para aliviar los síntomas.

Bajo la denominación de "enfermedad de las glándulas circumanales" podemos encuadrar tres patologías distintas:
Impactación del saco anal: Consiste en la retención de las secreciones de las glándulas circumanales, siendo un proceso relativamente frecuente en el perro.
Saculitis anal: Es la inflamación/infección de las glándulas circumanales.
Formación de abscesos: Rotura de las glándulas circumanales secundaria a la obstrucción del conducto o estasis (estancamiento) de las secreciones e infección secundaria.

La etiología (causa) de la enfermedad no se conoce muy bien, aunque se relaciona con los cambios de la capacidad para vaciar las glándulas circumanales con normalidad. Están implicados factores medioambientales y dietéticos, como por ejemplo una dieta rica en grasas que produce heces sueltas. Existe una predisposición racial, siendo más frecuente en razas pequeñas, en especial en los caniches y los chihuahuas. Un conducto demasiado pequeño conduce a la obstrucción de estas glándulas. También puede estar implicada una disfunción del esfínter anal externo, una hipersecreción de las glándulas circumanales posiblemente relacionada con seborrea (exceso de producción de grasa), cambios en las características de las secreciones y diarrea crónica.

Las secreciones retenidas producen una respuesta inflamatoria de las glándulas circumanales, produciéndose una proliferación bacteriana en las secreciones retenidas.

El intenso prurito que se produce da lugar a que los animales se laman o muerdan la región de la base de la cola, además se frotan el ano contra el suelo para aliviar el picor. Estos dos síntomas son los primeros que notan los dueños de los animales. Además se puede presentar malestar o rechazo a sentarse

El proceso puede evolucionar a saculitis anal o formación de abscesos en las glándulas circumanales, esto puede producir tenesmo, dolor o rechazo a defecar. Además puede haber enrojecimiento y/o inflamación alrededor de la zona del saco anal. Si el proceso evoluciona puede aparecer un trayecto fistuloso que comunique las glándulas con el exterior. Este último punto es muy importante, especialmente en verano y en animales que vivan en el campo o al aire libre, ya que propicia la puesta de huevos de mosca en estas heridas y la aparición de un nuevo problema llamado "miasis", por cierto nada agradable de ver, ya que las larvas de la mosca se mueven y al menos a mi me parecen bastante repulsivas.

Los signos clínicos suelen localizar la enfermedad en la zona perianal o, específicamente, en los sacos anales. La exploración física revela las glándulas circumanales firmes y dilatadas, siendo difícil exprimir el contenido que es espeso y pastoso (y muy muy muy muy maloliente). En el caso de que haya saculitis anal el material exprimido será sucio, purulento y/o sanguinolento, pudiendo estar la piel de alrededor enrojecida y dolorosa a la palpación. En caso de abscesos puede haber presencia de una herida abierta o un conducto de drenaje que comunique con el exterior. Se debe hacer un diagnóstico diferencial con neoplasias de las glándulas circumanales, fístula perianal, traumatismo perianal e infecciones del tracto urinario o perivulvares en hembras.

El tratamiento (primera vez que incluyo este apartado en el blog) depende del proceso de que se trate.

En el caso de impactación se exprimen las glándulas circumanales apretando la piel de alrededor o por compresión interna insertando un dedo dentro del recto, si no se tiene éxito debe considerarse la sedación para facilitar el tratamiento ulterior. Si las secreciones están muy espesas se puede instilar suero salino o aceite mineral para ablandarlas antes de exprimirlas. Se deben limpiar las glándulas con una solución salina o antiséptica (povidona yodada al 0,1% o clorhexidina al 0,05-0,1%). Si las secreciones siguen siendo espesas o la impactación es recurrente puede ser necesario realizar una saculectomía anal.

Si existe saculitis anal se deben exprimir manualmente las glándulas circumanales cada 5-7 días durante 3 ó 4 tratamientos, por lo general se requiere sedación debido al dolor. Se debe irrigar con una solución antiséptica como la mencionada anteriormente, pero sólo después de haber tomado muestras para realizar el cultivo y el antibiograma, en especial si la infección es recurrente. Pueden instilarse soluciones antibióticas dentro de los sacos anales después de la irrigación. Se administrarán antibióticos por vía oral durante 10-14 días y debemos enseñar al propietario a aplicar compresas calientes dos veces al día durante 5-7 días. Puede ser necesario realizar una saculectomía anal, especialmente si las expresiones repetidas, la limpieza y las instilaciones de antibióticos no han tenido éxito para controlar la impactación o la infección de la glándula.

Si se han formado abscesos se tiene que punzar el absceso y exprimir el saco anal rectalmente si no se produce erupción y drenaje espontáneos, todo esto bajo sedación fuerte o anestesia. Si el absceso se ha roto hay que canalizar el trayecto y limpiar bien la zona con una solución antiséptica. Es ideal obtener muestras para cultivo y antibiograma, pero también puede realizarse un tratamiento empírico con antibióticos de amplio espectro, sobre todo si es la primera vez que se produce. Debemos enseñar al propietario a aplicar compresas calientes dos veces al día durante 5-7 días. También debemos irrigar la cavidad del absceso con soluciones antisépticas dos veces al día durante 3-5 días, o más tiempo si la herida sigue abierta o persiste la descarga. Si el absceso es recurrente debemos considerar la opción de realizar saculectomía anal cuando se cure el absceso, recomendándose la saculectomía anal bilateral incluso si sólo parece afectado un lado.

La impactación y la inflamación de las glándulas circumanales suele recurrir. Si el animal tiene predisposición a la recurrencia es importante exprimir las glándulas a intervalos regulares cosa que deberíamos hacer los propietarios y para ello nos tiene que enseñar nuestro veterinario a hacerlo, ya que la salud de nuestra mascota depende tanto del veterinario como de nosotros. Un cambio en la dieta que permita una consistencia más normal de las heces puede ayudar a controlar la impactación, pudiendo ser útil cambiar de una dieta de lata a una dieta seca o baja en grasa. La incontinencia fecal es una posible complicación de la saculectomía anal, especialmente cuando es bilateral.

Espero no haberme enrollado mucho y no haber sido muy pedante y ya sabeis, cuando veais a un perrito que arrastra insistentemente sus posaderas a él no le hará tanta gracia la situación como a nosotros.....saludos y gracias por leer.

10/04/2009

Leishmaniosis


Foto: mapa de la prevalencia de la Leishmaniosis en España

Primera actualización que hago desde Finlandia y toca un hueso bastante duro y que daría para un libro, de hecho los hay.

Una de las enfermedades de los perros a la que más temor tenemos los propietarios de estos es la Leishmaniosis (últimamente han salido estudios demostrando que también se da en gatos, sobre todo en zonas donde la prevalencia de la enfermedad es muy elevada, como Brasil).

Esta enfermedad está provocada por un protozoo parásito perteneciente al género Leishmania, en la cuenca mediterránea la enfermedad la produce la especie Leishmania infantum.

Los parásitos de este género se localizan en el interior de células del sistema mononuclear fagocítico, principalmente macrófagos, del hospedador vertebrado (perro, gato, hombre, zorro,...), en los que la Leishmania se divide hasta que los destruye. Como la función de los macrófagos es la de fagocitar y destruir a microorganismos patógenos, el resultado de la infección es una inmunodepresión que puede predisponer a otras infecciones.

La distribución de la enfermedad es mundial, siendo una causa frecuente de enfermedad en el perro y menos frecuente en el gato. Además es una zoonosis (enfermedad que puede transmitirse de los animales al hombre), estando considerada por la OMS como una de las 5 zoonosis más importantes, de hecho la OMS recomendaba el sacrificio de los perros afectados con Leishmania para evitar el contagio al hombre.

Los perros y gatos infectados sirven como reservorio de la enfermedad para otros perros y para las personas y, en muchas ocasiones los animales pueden portar esta enfermedad de forma crónica e insidiosa sin manifestaciones clínicas, lo que imposibilita su diagnóstico y favorece el mantenimiento y la transmisión de la enfermedad a otros animales y al hombre.

Estos protozoos tienen un ciclo indirecto, de manera que necesitan de la presencia de un hospedador intermediario que los transporte de un perro/gato a otro perro/gato o persona, este hospedador intermediario es un mosquito perteneciente al género Phlebotomus (P. Perniciosus) en el Viejo Mundo y al género Lutzomyia en el Nuevo Mundo. De manera que el mosquito cuando succiona la sangre de un animal infestado ingiere también a estos parásitos, los cuales experimentan una serie de transformaciones (que no voy a explicar)en el mosquito, el cual cuando vuelve a picar a otro animal o persona para ingerir sangre inocula los parásitos. Como dato curioso, sólo las hembras de estos mosquitos actúan como vectores de la enfermedad.

Una de las claves de la prevención esta enfermedad es la lucha contra su vector. Los flebotominos son mosquitos pequeños con alas peludas y de hábitos nocturnos, que requieren para su desarrollo temperaturas de entre 15 y 20º C, una humedad ambiental relativamente alta y materia orgánica suficiente para el desarrollo de las formas larvarias. Se localizan en numerosos hábitats debido a su capacidad de adaptación, lo que hace que se puedan desarrollar en microhábitats que hacen que la enfermedad sea endémica de ese lugar (como por ejemplo la zona del Brillante en Córdoba). La época de vuelo y, por tanto, la época de riesgo para contagio son los meses de Abril a Noviembre y en especial de Julio a Septiembre.

¿Cómo podemos luchar contra los mosquitos y de paso prevenir la enfermedad?. Pues de diferentes maneras, manteniendo alejado a nuestra mascota de zonas húmedas, piscinas, charcas; poniendo mosquiteras en las ventanas en caso de que viva dentro de casa, usando insecticidas o repelentes de mosquitos (y otros insectos). Existen diferentes productos repelentes, una medida muy eficaz es el uso de collares impregnados con sustancias que repelen al mosquito en un porcentaje superior al 90%, evitando su picadura (no voy a decir marcas, ya que no me pagan las comerciales jejejejeje).

Pero, ¿qué signos presenta un animal con Leishmaniosis?

Los signos clínicos pueden presentarse en un periodo de tiempo de tres meses a siete años después de la infección. La Leishmaniosis suele ser una enfermedad sistémica crónica en los caninos. Los signos clínicos son muy variables, dependiendo del tipo de respuesta inmune que se ponga en marcha, y a menudo se inician con una somnolencia ligera pero progresiva e intolerancia insidiosa al ejercicio.

Entre el 70-90% de los perros afectados presenta lesiones cutáneas. Estas lesiones son más generalizadas que locales, ya que la Leishmania se disemina por todo el cuerpo. Estas anormalidades dermatológicas pueden ocurrir sin otros signos de enfermedad, pero debe suponerse que cualquier animal con manifestaciones cutáneas de Leishmaniosis tiene una afección visceral ya que los parásitos suelen diseminarse por todo el cuerpo antes de que aparezcan las lesiones en piel. En una primera fase encontramos alopecia progresiva y simétrica con zonas de descamación seca e intensa que suele iniciarse en la cabeza y extenderse al resto del cuerpo, siendo más visible en zonas de relieves óseos, zona periorbital y de la oreja. Conforme avanza el proceso aparece una dermatitis nodular, ulcerativa o pustular. Algunos pacientes presentan ulceraciones en la nariz, las orejas, las hendiduras del hocico o en las almohadillas podales principalmente como consecuencia de la vasculitis. Con menor frecuencia se observan úlceras muco-cutáneas, nódulos cutáneos y erupciones pustulosas.

La proliferación de linfocitos B, células plasmáticas, histiocitos y macrófagos junto con la atracción de eosinófilos da lugar a una linfadenomegalia generalizada y, en ocasiones, a hepatoesplenomegalia e hiperglobulinemia persistente.La linfadenomegalia se presenta en el 60-90% de los perros, siendo fácilmente palpable los nódulos linfáticos poplíteos, supraescapulares y submandibulares.

Alrededor de un 35% de los perros presentan alteraciones oculares, entre las que encontramos conjuntivitis serosa a mucopurulenta, queratoconjuntivitis y uveítis linfoplasmática o granulomatosa. Entre un 20-40% de los animales afectados presenta las uñas anormalmente largas o frágiles, esto se conoce como onicogrifosis.

Los perros con Leishmaniosis pueden mostrar signos de una diátesis hemorrágica, sobretodo con epistaxis (sangrado nasal,15% de los casos) unilateral o bilateral. Esto se debe a las úlceras nasales y a otras causas.

Los signos más comunes de afección visceral son la pérdida de peso y la atrofia muscular. Algunos perros pierden peso a pesar de tener un apetito normal, pero la pérdida importante de condición suele acompañarse de anorexia y otros signos de insuficiencia renal como la depresión mental, poliuria (aumento del volumen de orina emitida), polidipsia (aumento del volumen de agua ingerida) y vómitos, pudiendo ocurrir diarrea pasajera. Estos signos renales se deben a la glomerulonefritis por depósito de inmunocomplejos en los glomérulos renales, lo que da lugar a insuficiencia renal. Esta insuficiencia renal es la principal causa de muerte en perros con Leishmaniosis.

La disminución de la actividad física es obvia en casos de enfermedad manifiesta y se acompaña de somnolencia, menor resistencia y alteraciones de la locomoción. Estas alteraciones de la locomoción se pueden deber a neuralgia, poliartritis por depósito de inmunocomplejos en articulaciones, polimiositis, hendiduras en la almohadilla podal, úlceras interdigitales e incluso lesiones osteolíticas o periostitis proliferativa.

La temperatura corporal suele ser normal o subfebril y puede fluctuar. La inmunosupresión que se origina promueve la concurrencia de otras infecciones, por lo que el cuadro clínico se puede complicar por una demodicosis, pioderma, afección gastrointestinal, neumonía, etc. Otras manifestaciones menos frecuentes que se reportan abarcan taponamiento pericárdico, colitis crónica, pénfigo y poliartritis. También se produce una trombosis como resultado del síndrome nefrótico causado por la glomerulonefritis.

La Leishmaniosis pasa por tres fases. En una fase inicial aparece postración, depresión, apatía, astenia, anorexia, zonas alopécicas y de descamación, linfadenomegalia generalizada y epistaxis. A continuación se presenta un periodo patente en el que hay pérdida de peso, linfadenomegalia aún más evidente, afecciones oculares (conjuntivitis serosa, mucosa o mucopurulenta), epistaxis más frecuente y patente y alteraciones cutáneas más evidentes (aparecen úlceras en la piel). Por último se llega a una fase terminal en la que aparecen alteraciones en la locomoción, de manera que al animal le cuesta moverse, el animal está caquécticoy presenta una insuficiencia renal que da lugar a procesos muy dolorosos, además es más susceptible de sufrir infecciones secundarias debidas a la inmunosupresión. Por lo general lo primero que notan los dueños es que su animal está apático y más delgado.

No voy a abarcar el tema de las lesiones que ocasiona el parásito en el animal ni del diagnóstico para no alargar esto hasta la extenuación y por el motivo que ya sabeis....el obejetivo del blog es servir de ayuda a los propietarios.

El pronóstico depende sobre todo del estado de la función renal al inicio del tratamiento. El pronóstico en perros con insuficiencia renal importante es muy malo. Los pacientes sin insuficiencia renal tienen un 75% de posibilidades de sobrevivir más de 4 años con una buena calidad de vida después del tratamiento con antimoniato meglumine de 3 a 6 semanas. El problema de usar antimoniato de meglumine es que se afecta la función renal, problema solventado con la aparición de un nuevo fármaco en el mercado.


¿Qué debo hacer si sospecho que mi perro tiene Leishmaniosis?
Pues llevarlo a su veterinario lo antes posible. En muchas ocasiones la gravedad del proceso no está relacionada con las manifestaciones clínicas que se observan, por lo que se debe requerir un completo examen clínico para conocer el estado general de su mascota y, en función de éste, considerar la posibilidad del tratamiento. No debemos dejar evolucionar el proceso, ya que supone un importante riesgo no sólo para la salud de su mascota, sino como fuente de transmisión de la enfermedad a otros animales o incluso a nosotros. A veces, la decisión más apropiada no es otra que el sacrificio humanitario de la mascota.

¿Se puede curar la leishmaniosis canina?
Desafortunadamente, los fármacos disponibles en la actualidad frente a la leishmaniosis canina no llegan a producir la curación definitiva. Sin embargo, la mayoría de los casos, salvo aquallos que presentan graves complicaciones renales o hepáticas, tienen una buena respuesta a la terapia y alcanzan la remisión clínica. Estos períodos de remisión tienen una duración variable, presentándose a continuación, en la mayoría de los casos, fases de recaídas que pueden ser, si no evitadas, al menos controladas.

Los fármacos que se emplean actualmente son leishmaniostáticos, es decir, detienen el crecimiento del parásito y lo eliminan de la circulación sanguínea periférica, pero este sigue acantonado en el interior de animal, de manera que no son 100% eficaces (no eliminan al parásito y no recuperan al animal), pero conseguimos que el animal deje de ser infectante para otros perros y para el hombre.

Además debemos tener en cuenta el peligro epidemiológico que entraña tener a un animal con Leishmaniosis, de la escasa eficacia del tratamiento, de la alta probabilidad de recidivas y de que el tratamiento es costoso, largo y tedioso.

La respuesta a la terapia tanto a corto, medio y largo plazo es mucho más favorable cuando ésta se instaura en fases tempranas de enfermedad, lo que hace sumamente importante el haber efectuado un diagnóstico precoz.

Durante la administración del tratamiento, en algunas ocasiones, pueden presentarse efectos secundarios por lo que se precisa de una adecuada atención veterinaria. Igualmente, el control clínico es necesario para establecer la correcta duración de la terapia, en función de la respuesta individual de cada paciente.

¿Mi perro supone un riesgo y puede llevar una vida normal?
Tras la administración de una terapia adecuada y alcanzada la remisión clínica, los protozoos que resisten al tratamiento quedan acantonados en órganos internos, por lo que el riesgo de transmisión es mínimo y prácticamente inexistente si se adoptan las medidas profilácticas adecuadas para evitarla.

Durante los períodos de remisión las mascotas pueden llevar una vida perfectamente normal sin que suponga un mayor motivo de preocupación para su propietario.

Una alimentación inadecuada, situaciones de estrés, esfuerzo, debilidad y padecimiento de otros procesos condicionan la capacidad de respuesta del organismo, actuando como factores de riesgo para que se produzca la reagudización del proceso. El mantener un buen estado general, sanitario y nutricional del animal permite obtener la mejor evolución post-tratamiento.

¿Cómo podemos prevenir las recaídas?
Mediante control veterinario, con la realización de análisis clínicos podemos detectar las recaídas, incluso antes que reaparezcan los síntomas.

¿Cómo se puede prevenir la enfermedad?
Ante la ausencia de vacunas efectivas frente a la leishmaniosis canina, todas las medidas profilácticas van encaminadas a interrumpir la cadena epidemiológica de esta zoonosis a distintos niveles: lucha antivectorial y protección de la población sana susceptible.

Los principales objetivos de la lucha antivectorial son reducir el número de vectores y evitar su picadura. Para ello, se adoptarán toda una serie de medidas ambientales, encaminadas a eliminar los hábitats ideales para el desarrollo de los flebotomos, tapando oquedades de los árboles y grietas de las paredes y suelos, limpiando de hojarasca y de otros restos de materia orgánica nuestro entorno, evitando la cercanía a charcas y zonas húmedas, etc.

En las épocas de mayor actividad de los flebotomos, se emplearán, de forma racional, insecticidas según principio activo, forma de presentación, etc., tanto en ambientes interiores, como en los ambientes exteriores que sospechemos puedan ser lugares de reposo de estos insectos. Además, en caso de que el animal viva en el interior, podemos colocar mosquiteras en las ventanas para evitar que el mosquito entre en la casa.

Pueden ser igualmente utilizados insecticidas (y/o repelentes) en forma de sprays, lociones, champús, collares, etc., formulados específicamente para ser aplicados directamente sobre los animales o las personas.

Por último, otra medida importante, que podría ser considerada como profiláctica, es controlar una o dos veces al año a nuestros perros, así como a todos aquellos perros de nueva incorporación, con el fin de poder establecer, precozmente, el diagnóstico en el caso que se produzca la infección.